Por Mario Elcano
Que la situación económica en el país es una mierda resulta un hecho que nadie en su sano juicio puede negar. Y ya que hablamos de “mierda” me digo: ¿por qué no hablar de las personas, sus perros, y los gelatinosos soretes caninos, producto de alimentos balanceados para las mimadas mascotas porteñas. En octubre pasado un conocido actor extranjero se refirió a Baires de manera elogiosa hasta que hizo esta acotación escatológicamente poética: “…hermosa ciudad pero lástima sus veredas sucias con excrementos animales…”. El vocero de los perros cabenses, ante nuestra requisitoria por los dichos del actor foráneo, negó de manera tajante la acusación de éste al decir que “ los canes de esta ciudad, tanto los de raza como los que no lo son, consideramos injusta la acusación de este actorcito de poca monta que no tiene en cuenta los beneficios de nuestras generosas deposiciones que no son recogidas por nuestros dueños las que generan emocionantes y hasta graciosos resbalones de los caminantes desprevenidos. Cierto es que más de uno se rompe la cabeza contra el piso y debe ser hospitalizado en estado comatoso pero no negarán que sus expresiones de sorpresa al perder el equilibrio son muy graciosas. Ustedes hacen esto todo el tiempo cuando presencian la caída de otro humano. Por qué no quieren reconocer que saltar o esquivar nuestros soretitos, que es lo que son si los comparamos con los de Uds., les mejora los reflejos y el estado físico en general tonificando y contorneando sus piernas. Y tampoco nos quieren reconocer el aporte que hacemos a los paseos públicos, plazas, parques y boulevares citadinos con lo que ustedes ven como mierda y que nosotros consideramos un abono rico en minerales y restos orgánicos que dan brillo a las hojas y hacen que las flores sean aun más coloridas y perfumadas. “.
Ante semejante defensa de las cagaderas perrunas por parte de sus ejecutores peludos no nos quedó otra cosa que irnos a la mismísima mierda.